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Despacio
Posted:Feb 9, 2017 5:02 am
Last Updated:Mar 27, 2017 1:30 pm
3035 Views
BUSCO MI HOMBRE PARA BAILAR DESPACITO SIN ROPA Y MUY JUNTITOS

QUIEN SE APUNTA ?????

DESPACITO :
Sí, sabes que ya llevo rato mirándote
Tengo que bailar contigo hoy
Vi que tu mirada ya estaba llamándome
Muéstrame el camino que yo voy

Tú, tú eres el imán y yo soy el metal
Me voy acercando y voy armando el plan
Solo con pensarlo se acelera el pulso (Oh yeah)

Ya, ya me está gustando más de lo normal
Todos mis sentidos van pidiendo más
Esto hay que tomarlo sin ningún apuro

MI PARTE FAVORITA DE LA CANCION
Despacito

Quiero respirar tu cuello despacito
Deja que te diga cosas al oido
Para que te acuerdes si no estás conmigo

Despacito
Quiero desnudarte a besos despacito
Firmo en las paredes de tu laberinto
Y hacer de tu cuerpo todo un manuscrito

Sube sube
Sube, sube, sube

Quiero ver bailar tu pelo
Quiero ser tu ritmo
Que le enseñes a mi boca
Tus lugares favoritos (Favorito, favorito baby)

Déjame sobrepasar tus zonas de peligro
Hasta provocar tus gritos
Y que olvides tu apellido


Si te pido un beso ven dámelo
Yo sé que estás pensandolo
Llevo tiempo intentandolo
Mami esto es dando y dandolo
Sabes que tu corazón conmigo te hace bom bom
Sabes que esa beba está buscando de mi bom bom
Ven prueba de mi boca para ver como te sabe
quiero quiero ver cuanto amor a ti te cabe
Yo no tengo prisa yo me quiero dar el viaje
Empecemos lento, después salvaje
Pasito a pasito, suave suavecito
Nos vamos pegando, poquito a poquito
cuando tú me besas con esa destreza
Veo que eres malicia con delicadeza

Pasito a pasito, suave suavecito
Nos vamos pegando, poquito a poquito
Y es que esa belleza es un rompecabezas
Pero pa montarlo aquí tengo la pieza

Despacito
Quiero respirar tu cuello despacito
Deja que te diga cosas al oido
Para que te acuerdes si no estás conmigo

Despacito
Quiero desnudarte a besos despacito
Firmo en las paredes de tu laberinto
Y hacer de tu cuerpo todo un manuscrito

Sube, sube, sube, sube, sube

Quiero ver bailar tu pelo
Quiero ser tu ritmo
Que le enseñes a mi boca
Tus lugares favoritos (Favorito, favorito baby)

Déjame sobrepasar tus zonas de peligro
Hasta provocar tus gritos
Y que olvides tu apellido

Despacito
Vamos a hacerlo en una playa en Puerto Rico
hasta que las olas griten Ay Bendito
Para que mi sello se quede contigo

Pasito a pasito, suave suavecito
Nos vamos pegando, poquito a poquito
Que le enseñes a mi boca
Tus lugares favoritos (Favorito, favorito baby)

Pasito a pasito, suave suavecito
Nos vamos pegando, poquito a poquito
Hasta provocar tus gritos
Y que olvides tu apellido
Despacito

Pasito a pasito, suave suavecito
Nos vamos pegando, poquito a poquito (ehh ehhh)

Pasito a pasito, suave suavecito
Nos vamos pegando, poquito a poquito (ehh ehhh)
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taller de masturbacion
Posted:Jan 8, 2017 8:44 am
Last Updated:Mar 27, 2017 1:31 pm
3125 Views
Hace unos meses me suscribí a un blog cuya autora es una sexóloga de cierto prestigio. Cada mes, cuando publica una nueva entrada, me llega a mi correo electrónico una notificación para avisarme.

El contenido de dicho blog es variado y su temática va desde libros eróticos, hasta salud sexual, consejos sobre posturas para el sexo, pasando por novedades de juguetes eróticos, entre muchas otras cosas.


A finales de la semana pasada recibí la notificación correspondiente al mes de diciembre. La entrada iba dedicada a un taller sobre masturbación. La sexóloga, de nombre Úrsula, iba a comenzar a impartir dicho taller en diferentes ciudades de España. En esas charlas pretendía enseñar técnicas para aumentar el placer durante la masturbación. Cada taller se dividía en dos jornadas: una destinada a la masturbación femenina y otra a la masculina, aunque ambas sesiones estaban abiertas a personas de los dos géneros.

La primera de esas charlas-taller iba a celebrarse justo en mi ciudad, el lunes día 5, a las 20.00 horas.


Cinco minutos antes de la hora fijada para el comienzo de la charla, llegué al hotel donde tendría lugar. En la recepción me indicaron hacia qué sala debía dirigirme. Caminé por el hotel hasta dar con la puerta de la sala y una vez allí, asomé la cabeza hacia el interior y comprobé que el espacio habilitado tenía una capacidad para unas cien personas. Casi todos los asientos estaban ya ocupados, exclusivamente por mujeres, excepto un hombre en la segunda fila. Eso me echó un poco para atrás e hizo que me invadiera la duda de si quedarme y entrar o marcharme de allí. Me acomplejé y me acobardé tanto que decidí darme la vuelta para irme a casa. Pero al girarme, me topé de bruces con la sexóloga que iba a dar la charla.


¡Hola! ¿No te quedas?- me preguntó al ver que me marchaba.

Bueno es que.....Creo que yo aquí no pinto nada. Ya vendré mañana para el taller masculino- le respondí.

Supongo que sabrás que ambos están abiertos a hombres y mujeres, así que puedes quedarte, si te apetece. Te prometo que aprenderás muchas cosas que podrás aplicar a tu esposa, novia o a la chica con la que vayas a tener sexo. Soy buena en mi profesión.


Permanecí quieto, pensativo. Finalmente, las palabras de Úrsula hicieron que me replantease mi postura y optara por entrar a la sala.


Hay pocos sitios libres pero, mira, ahí tienes uno. Y, además, vas a estar muy bien acompañado: podrás sentarte junto a Nerea, mi amiga y compañera de profesión- me indicó la sexóloga.


Me dirigí hacia el asiento que me había mostrado Úrsula y ella me acompañó.


¡Hola, Nerea! Me alegro de verte por aquí- saludó Úrsula a su amiga.

Sabes que nunca me pierdo ninguna de tus charlas.

Y yo te lo agradezco. ¿Te importa que se siente él a tu lado? Estaba indeciso y he logrado convercerlo para que se quede- le comentó Úrsula.

Por supuesto que no. Yo soy Nerea, ¿y tú?.

Me llamo David- le respondí a la mujer.

Pues encantada, David. Toma asiento y dejemos que Úrsula comience ya la charla.


Me senté junto a Nerea y Úrsula se dirigió hacia el estrado, donde había un atril, un proyector para diapositivas e imágenes, una pantalla, una mesa y un par de sillas. Mientras la ponente del taller ultimaba los preparativos, me fijé en Nerea. Tendría unos 40 años, morena, de pelo largo y liso. Iba ligeramente maquillada y sus carnosos labios resaltaban todavía más gracias al espectacular brillo del carmín rojo. Lucía un vestido azul corto, hasta la mitad de los muslos y sus bonitas piernas estaban cubiertas por unas medias marrones, finas y transparentes. Unos zapatos oscuros con algo de tacón remataban la vestimenta de la mujer. Aparté momentáneamente la mirada de Nerea y contemplé la situación en el estrado: Úrsula se disponía ya a comenzar su exposición. Tras un rápido agradecimiento a todos los asistentes por su presencia y una breve introducción, realizó una pregunta que me dejó sorprendido.


¿Alguna voluntaria que quiera ser mi ayudante? Necesito a alguien que se siente aquí, a mi lado, para que vaya llevando a cabo de forma práctica los consejos que iré ofreciendo- señaló Úrsula.


Yo no terminaba de dar crédito a lo que acababa de escuchar: pretendía darle un carácter práctico al taller y representar una masturbación en directo gracias a la voluntaria. Pensé que ninguna mujer daría el paso de ofrecerse como voluntaria para tales efectos, pero estaba muy equivocado. Tras las palabras de Úrsula, una decena de mujeres alzaron el brazo. Nerea debió de ver la cara de extrañeza que puse, porque me dijo:


Las mujeres ya no tenemos ningún tipo de complejos, afortunadamente.


Úrsula tuvo que escoger de entre todas las candidatas y terminó por elegir a una chica de unos 25 años que estaba sentada en primera fila. La joven se levantó, subió al estrado y se sentó junto a Úrsula. Ésta le preguntó a la elegida:


¿Estás dispuesta a seguir todas las indicaciones que te dé?

Por supuesto que sí, sin ningún problema. Quiero experimentar qué se siente- contestó la chica.


Durante unos minutos la sexóloga dio una serie de consejos a través de gráficos y diapositivas proyectados en la pantalla y luego, inmediatamente, pasó a la parte práctica de la conferencia.


Muy bien. Ahora vamos a aplicar a la práctica todo lo que acabamos de ver en las imágenes y todo lo que os he explicado- dijo Úrsula.


Abrí los ojos como platos, todavía incrédulo por lo que allí estaba a punto de ocurrir.


Comienza lentamente a realizar los movimientos que se están proyectando en la pantalla- le indicó la sexóloga a la voluntaria.


Ante mi asombro, la chica se bajó los leggings negros que llevaba puestos y dejó al descubierto su sexo. Sobre la raja vaginal se vislumbraba una fina tira de vello púbico castaño. La joven acercó su mano derecha a sus genitales y empezó a imitar lo que aparecía en la pantalla. Con los dedos en forma de “v” invertida aprisionó los labios vaginales y deslizó un dedo de la mano izquierda a lo largo de toda la raja de abajo a arriba. Poco a poco la presión ejercida sobre los labios se fue haciendo mayor, al igual que se incrementaba el ritmo de deslizamiento del dedo.

El coño de la chica comenzó a humedecerse y a brillar y una capa de flujo blanco empezó a cubrir el sexo. El dedo, en sus movimientos, arrastraba el flujo y lo extendía sobre toda la vagina de la chica. Ésta proseguía obedeciendo a pies juntillas los consejos y pautas de la sexóloga y sus gemidos no tardaron en comenzar a invadir la sala.

Cuando me di cuenta, numerosas mujeres de las allí presentes se estaban masturbando también, imitando a la joven voluntaria, experimentando el mismo placer. Giré la cabeza y contuve la respiración al comprobar que Nerea también se estaba tocando: había subido su vestido hasta la cintura y se había despojado del tanga verde, que yacía en el suelo, junto a sus pies. Tenía el coño completamente depilado y ya empapado. Nerea me miró unos segundos y no se inmutó: continuó acariciándose, observando lo que hacía la chica para seguir así sus mismos movimientos.


Mi polla llevaba ya un buen rato empalmada, desde que la voluntaria dejó al descubierto su sexo, pero ahora, al ver a Nerea masturbándose, me palpitaba sin cesar. Agarré la tira de la cremallera de mi pantalón y la deslicé hasta abajo. Metí la mano por la abertura, aparté el bóxer negro que llevaba puesto y liberé al fin mi hinchado miembro, que salió como un resorte, tieso y apuntando al techo. Nerea alternaba sus miradas hacia el estrado con las dirigidas a mi entrepierna y se mordía el labio inferior de la boca, mientras observaba mi tiesa verga. Mi mano envolvió la polla y empecé a pajearme. A un ritmo lento deslizaba la mano desde la punta hasta los huevos, rozando en cada ocasión el rojo y mojado glande. Aceleré los movimientos en cuanto la joven voluntaria introdujo dentro de su coño, siguiendo las órdenes de Úrsula, un primer dedo, luego un segundo y los empujaba hacia dentro y hacia fuera de manera veloz. Estuvo así un minuto, antes de meter el resto de dedos y toda la mano dentro. La chica cerró los ojos de puro placer y no dejaba de girar la mano en el interior de su coño, haciendo movimientos circulares, primero de derecha a izquierda y luego al revés.


Incrementé el ritmo de mi masturbación y la mano se desplazaba ya de forma vertiginosa por toda la venosa superficie de mi falo. De repente, una de las manos de Nerea se posó sobre mi paquete, apartó mi propia mano y se apoderó de mi verga. Dejé hacer a la mujer, que con suma maestría retomó la paja sobre mi polla, mientras que con su otra mano continuaba penetrando su coño. Mis jadeos no se hicieron esperar y se mezclaron con los gemidos femeninos que se oían en la sala del hotel.

Yo veía cómo la voluntaria se retorcía de gozo; por mis fosas nasales penetraba el intenso olor del coño empapado de Nerea y mi polla estaba a punto de estallar ante el vehemente ímpetu que la desbocada mujer ejercía manualmente sobre mi erguido pene. Nerea machacó con virulencia un par de veces más mi falo y ya no resistí más: varios chorros de semen manaron de mi polla sin control alguno, aterrizando sobre el vestido y sobre las medias de la mujer. Ella no detuvo sus movimientos y, mientras mi leche seguía saliendo a borbotones del glande, prosiguió agitándome el miembro y no paró de hacerlo hasta que, finalmente, las últimas gotas de leche cayeron de forma débil al suelo.


Unos segundos después de mi eyaculación, un enorme grito de la voluntaria precedió al momento de su corrida: un río de flujo brotó de su sexo como un auténtico caño ante la satisfacción de Úrsula, que contemplaba la escena satisfecha, al comprobar los efectos que habían tenido sobre la joven sus indicaciones para la masturbación.





Una a una las restantes mujeres que habían estado tocándose fueron llegando al orgasmo. Entre las últimas en hacerlo estuvo Nerea: después de correrme, me pidió que terminara de masturbarla y eso fue lo que hice. Froté la palma de la mano contra su coño con tal fuerza que acabó meándose de gusto allí mismo, completamente abierta de piernas.


Úrsula esperó unos instantes para dar tiempo a que todos recuperáramos un poco el aliento y, posteriormente, empezó a agradecer la presencia a los asistentes y dio por finalizado el taller, no sin antes recordar que, al día siguiente, tendría lugar el dedicado a la masturbación masculina. Acto seguido se acercó hacia donde nos encontrábamos Nerea y yo, esbozó una sonrisa al ver las manchas de esperma sobre las medias de su amiga y me comentó:


Te dije que te convenía quedarte. Supongo que también vendrás mañana, ¿no?


Me limité a asentir con la cabeza.



Muy bien. En ese caso, ya tengo voluntario masculino que se siente conmigo en el estrado. Eso sí, te advierto de que siempre soy yo la que se encarga de masturbar a los hombres voluntarios durante mis charlas- dijo, mientras cogía del suelo el tanga de su amiga y limpiaba con él los restos de mi semen sobre las medias de Nerea.
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taller de masturbacion
Posted:Jan 8, 2017 8:44 am
Last Updated:Apr 29, 2024 1:1 am
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Hace unos meses me suscribí a un blog cuya autora es una sexóloga de cierto prestigio. Cada mes, cuando publica una nueva entrada, me llega a mi correo electrónico una notificación para avisarme.

El contenido de dicho blog es variado y su temática va desde libros eróticos, hasta salud sexual, consejos sobre posturas para el sexo, pasando por novedades de juguetes eróticos, entre muchas otras cosas.


A finales de la semana pasada recibí la notificación correspondiente al mes de diciembre. La entrada iba dedicada a un taller sobre masturbación. La sexóloga, de nombre Úrsula, iba a comenzar a impartir dicho taller en diferentes ciudades de España. En esas charlas pretendía enseñar técnicas para aumentar el placer durante la masturbación. Cada taller se dividía en dos jornadas: una destinada a la masturbación femenina y otra a la masculina, aunque ambas sesiones estaban abiertas a personas de los dos géneros.

La primera de esas charlas-taller iba a celebrarse justo en mi ciudad, el lunes día 5, a las 20.00 horas.


Cinco minutos antes de la hora fijada para el comienzo de la charla, llegué al hotel donde tendría lugar. En la recepción me indicaron hacia qué sala debía dirigirme. Caminé por el hotel hasta dar con la puerta de la sala y una vez allí, asomé la cabeza hacia el interior y comprobé que el espacio habilitado tenía una capacidad para unas cien personas. Casi todos los asientos estaban ya ocupados, exclusivamente por mujeres, excepto un hombre en la segunda fila. Eso me echó un poco para atrás e hizo que me invadiera la duda de si quedarme y entrar o marcharme de allí. Me acomplejé y me acobardé tanto que decidí darme la vuelta para irme a casa. Pero al girarme, me topé de bruces con la sexóloga que iba a dar la charla.


¡Hola! ¿No te quedas?- me preguntó al ver que me marchaba.

Bueno es que.....Creo que yo aquí no pinto nada. Ya vendré mañana para el taller masculino- le respondí.

Supongo que sabrás que ambos están abiertos a hombres y mujeres, así que puedes quedarte, si te apetece. Te prometo que aprenderás muchas cosas que podrás aplicar a tu esposa, novia o a la chica con la que vayas a tener sexo. Soy buena en mi profesión.


Permanecí quieto, pensativo. Finalmente, las palabras de Úrsula hicieron que me replantease mi postura y optara por entrar a la sala.


Hay pocos sitios libres pero, mira, ahí tienes uno. Y, además, vas a estar muy bien acompañado: podrás sentarte junto a Nerea, mi amiga y compañera de profesión- me indicó la sexóloga.


Me dirigí hacia el asiento que me había mostrado Úrsula y ella me acompañó.


¡Hola, Nerea! Me alegro de verte por aquí- saludó Úrsula a su amiga.

Sabes que nunca me pierdo ninguna de tus charlas.

Y yo te lo agradezco. ¿Te importa que se siente él a tu lado? Estaba indeciso y he logrado convercerlo para que se quede- le comentó Úrsula.

Por supuesto que no. Yo soy Nerea, ¿y tú?.

Me llamo David- le respondí a la mujer.

Pues encantada, David. Toma asiento y dejemos que Úrsula comience ya la charla.


Me senté junto a Nerea y Úrsula se dirigió hacia el estrado, donde había un atril, un proyector para diapositivas e imágenes, una pantalla, una mesa y un par de sillas. Mientras la ponente del taller ultimaba los preparativos, me fijé en Nerea. Tendría unos 40 años, morena, de pelo largo y liso. Iba ligeramente maquillada y sus carnosos labios resaltaban todavía más gracias al espectacular brillo del carmín rojo. Lucía un vestido azul corto, hasta la mitad de los muslos y sus bonitas piernas estaban cubiertas por unas medias marrones, finas y transparentes. Unos zapatos oscuros con algo de tacón remataban la vestimenta de la mujer. Aparté momentáneamente la mirada de Nerea y contemplé la situación en el estrado: Úrsula se disponía ya a comenzar su exposición. Tras un rápido agradecimiento a todos los asistentes por su presencia y una breve introducción, realizó una pregunta que me dejó sorprendido.


¿Alguna voluntaria que quiera ser mi ayudante? Necesito a alguien que se siente aquí, a mi lado, para que vaya llevando a cabo de forma práctica los consejos que iré ofreciendo- señaló Úrsula.


Yo no terminaba de dar crédito a lo que acababa de escuchar: pretendía darle un carácter práctico al taller y representar una masturbación en directo gracias a la voluntaria. Pensé que ninguna mujer daría el paso de ofrecerse como voluntaria para tales efectos, pero estaba muy equivocado. Tras las palabras de Úrsula, una decena de mujeres alzaron el brazo. Nerea debió de ver la cara de extrañeza que puse, porque me dijo:


Las mujeres ya no tenemos ningún tipo de complejos, afortunadamente.


Úrsula tuvo que escoger de entre todas las candidatas y terminó por elegir a una chica de unos 25 años que estaba sentada en primera fila. La joven se levantó, subió al estrado y se sentó junto a Úrsula. Ésta le preguntó a la elegida:


¿Estás dispuesta a seguir todas las indicaciones que te dé?

Por supuesto que sí, sin ningún problema. Quiero experimentar qué se siente- contestó la chica.


Durante unos minutos la sexóloga dio una serie de consejos a través de gráficos y diapositivas proyectados en la pantalla y luego, inmediatamente, pasó a la parte práctica de la conferencia.


Muy bien. Ahora vamos a aplicar a la práctica todo lo que acabamos de ver en las imágenes y todo lo que os he explicado- dijo Úrsula.


Abrí los ojos como platos, todavía incrédulo por lo que allí estaba a punto de ocurrir.


Comienza lentamente a realizar los movimientos que se están proyectando en la pantalla- le indicó la sexóloga a la voluntaria.


Ante mi asombro, la chica se bajó los leggings negros que llevaba puestos y dejó al descubierto su sexo. Sobre la raja vaginal se vislumbraba una fina tira de vello púbico castaño. La joven acercó su mano derecha a sus genitales y empezó a imitar lo que aparecía en la pantalla. Con los dedos en forma de “v” invertida aprisionó los labios vaginales y deslizó un dedo de la mano izquierda a lo largo de toda la raja de abajo a arriba. Poco a poco la presión ejercida sobre los labios se fue haciendo mayor, al igual que se incrementaba el ritmo de deslizamiento del dedo.

El coño de la chica comenzó a humedecerse y a brillar y una capa de flujo blanco empezó a cubrir el sexo. El dedo, en sus movimientos, arrastraba el flujo y lo extendía sobre toda la vagina de la chica. Ésta proseguía obedeciendo a pies juntillas los consejos y pautas de la sexóloga y sus gemidos no tardaron en comenzar a invadir la sala.

Cuando me di cuenta, numerosas mujeres de las allí presentes se estaban masturbando también, imitando a la joven voluntaria, experimentando el mismo placer. Giré la cabeza y contuve la respiración al comprobar que Nerea también se estaba tocando: había subido su vestido hasta la cintura y se había despojado del tanga verde, que yacía en el suelo, junto a sus pies. Tenía el coño completamente depilado y ya empapado. Nerea me miró unos segundos y no se inmutó: continuó acariciándose, observando lo que hacía la chica para seguir así sus mismos movimientos.


Mi polla llevaba ya un buen rato empalmada, desde que la voluntaria dejó al descubierto su sexo, pero ahora, al ver a Nerea masturbándose, me palpitaba sin cesar. Agarré la tira de la cremallera de mi pantalón y la deslicé hasta abajo. Metí la mano por la abertura, aparté el bóxer negro que llevaba puesto y liberé al fin mi hinchado miembro, que salió como un resorte, tieso y apuntando al techo. Nerea alternaba sus miradas hacia el estrado con las dirigidas a mi entrepierna y se mordía el labio inferior de la boca, mientras observaba mi tiesa verga. Mi mano envolvió la polla y empecé a pajearme. A un ritmo lento deslizaba la mano desde la punta hasta los huevos, rozando en cada ocasión el rojo y mojado glande. Aceleré los movimientos en cuanto la joven voluntaria introdujo dentro de su coño, siguiendo las órdenes de Úrsula, un primer dedo, luego un segundo y los empujaba hacia dentro y hacia fuera de manera veloz. Estuvo así un minuto, antes de meter el resto de dedos y toda la mano dentro. La chica cerró los ojos de puro placer y no dejaba de girar la mano en el interior de su coño, haciendo movimientos circulares, primero de derecha a izquierda y luego al revés.


Incrementé el ritmo de mi masturbación y la mano se desplazaba ya de forma vertiginosa por toda la venosa superficie de mi falo. De repente, una de las manos de Nerea se posó sobre mi paquete, apartó mi propia mano y se apoderó de mi verga. Dejé hacer a la mujer, que con suma maestría retomó la paja sobre mi polla, mientras que con su otra mano continuaba penetrando su coño. Mis jadeos no se hicieron esperar y se mezclaron con los gemidos femeninos que se oían en la sala del hotel.

Yo veía cómo la voluntaria se retorcía de gozo; por mis fosas nasales penetraba el intenso olor del coño empapado de Nerea y mi polla estaba a punto de estallar ante el vehemente ímpetu que la desbocada mujer ejercía manualmente sobre mi erguido pene. Nerea machacó con virulencia un par de veces más mi falo y ya no resistí más: varios chorros de semen manaron de mi polla sin control alguno, aterrizando sobre el vestido y sobre las medias de la mujer. Ella no detuvo sus movimientos y, mientras mi leche seguía saliendo a borbotones del glande, prosiguió agitándome el miembro y no paró de hacerlo hasta que, finalmente, las últimas gotas de leche cayeron de forma débil al suelo.


Unos segundos después de mi eyaculación, un enorme grito de la voluntaria precedió al momento de su corrida: un río de flujo brotó de su sexo como un auténtico caño ante la satisfacción de Úrsula, que contemplaba la escena satisfecha, al comprobar los efectos que habían tenido sobre la joven sus indicaciones para la masturbación.





Una a una las restantes mujeres que habían estado tocándose fueron llegando al orgasmo. Entre las últimas en hacerlo estuvo Nerea: después de correrme, me pidió que terminara de masturbarla y eso fue lo que hice. Froté la palma de la mano contra su coño con tal fuerza que acabó meándose de gusto allí mismo, completamente abierta de piernas.


Úrsula esperó unos instantes para dar tiempo a que todos recuperáramos un poco el aliento y, posteriormente, empezó a agradecer la presencia a los asistentes y dio por finalizado el taller, no sin antes recordar que, al día siguiente, tendría lugar el dedicado a la masturbación masculina. Acto seguido se acercó hacia donde nos encontrábamos Nerea y yo, esbozó una sonrisa al ver las manchas de esperma sobre las medias de su amiga y me comentó:


Te dije que te convenía quedarte. Supongo que también vendrás mañana, ¿no?


Me limité a asentir con la cabeza.



Muy bien. En ese caso, ya tengo voluntario masculino que se siente conmigo en el estrado. Eso sí, te advierto de que siempre soy yo la que se encarga de masturbar a los hombres voluntarios durante mis charlas- dijo, mientras cogía del suelo el tanga de su amiga y limpiaba con él los restos de mi semen sobre las medias de Nerea.
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los trios? me apetecen
Posted:Nov 24, 2016 12:55 pm
Last Updated:Feb 9, 2017 5:03 am
4394 Views
pues me apetece un trio
mhm y hmh

que rico !!!




13 Comments
posiciones de hacerlo que me excitan y a ti ??
Posted:Nov 24, 2016 11:41 am
Last Updated:Apr 29, 2024 1:1 am
3469 Views
Esta imagenes que relatan graficamente las posiciones de hacerlo que me excitan cuentame como te gusta a ti ??

solo fotos la idea es usar la imaginación

os amimais a juagar ¿¿¿???
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ME ENJABONAS LA ESPALDA
Posted:Nov 6, 2016 10:32 am
Last Updated:Mar 27, 2017 1:34 pm
3894 Views
BUSCANDO QUIEN SE DUCHE CONMIGO
7 Comments
ME ENJABONAS LA ESPALDA
Posted:Nov 6, 2016 10:32 am
Last Updated:Apr 29, 2024 1:1 am
3678 Views
BUSCANDO QUIEN SE DUCHE CONMIGO
2 Comments
#5 maneras de hacer un Cunnilingus total
Posted:Nov 4, 2016 2:09 pm
Last Updated:Nov 22, 2016 2:03 pm
3755 Views

Desde hace meses, nuestra encuesta sobre sexo oral femenino revela que casi el 75% de las mujeres ha disfrutado sendos orgasmos gracias al cunnilingus. Y es que si las felaciones importantes para ellos, el sexo oral es prácticamente imprescindible para nosotras: casi el 90% de las parejas que han respondido la encuesta asegura usar la lengua muy a menudo. Sin embargo, casi la mitad cree que no es precisamente un artista. ¿¡Podéis creerlo!?
Sexo oral
El sexo oral necesita amor y mucha, mucha pasión… y saber cómo funciona el cuerpo de vuestra amante. Todas las mujeres nos excitamos de forma distinta porque tenemos diferentes grados de sensibilidad en nuestras zonas erógenas. Por ello, no hay una única forma de hacer un buen cunnilingus. Y, como también es una buena manera de reavivar una relación dormida o un matrimonio sin sexo, voy a recomendaros 5 técnicas en función del tipo de excitación. Averiguad en cuál os encontráis o, aún más importante, indicádselo a vuestra pareja.
Simulador de sexo oral
Cunnilingus: Cómo hacer el mejor sexo oral a una mujer
#1 El cunnilingus del octópodo cortés

Para chicas con extrema sensibilidad en sus zonas erógenas. Consiste en que nuestra pareja se convierta en un pulpo que nos acaricie con delicadeza, mientras finamente juega con su lengua desde los labios vaginales hasta el clítoris. Al mismo tiempo, puede acariciar tus pezones o –una vez hayas lubricado suficientemente– alternar movimientos circulares con sus dedos y lengua.
#2 Cunnilingus con succión


Bolas vaginales y sexo: consejos e ideas para convertir tu alcoba en un polvorín
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Ahora nuestro amante se tiene que transformar en la ventosa del octópodo. Y es que hay mujeres que necesitan presión y movimientos rápidos alrededor de la vulva, pero, ante todo, sobre su clítoris. Es bueno alternar con succiones, absorbiendo con la boca (labios sobre labios) y deslizando intensa pero lentamente la lengua. Esto hará que la excitación no disminuya y nuestra pareja no se canse tan rápido. Para el caso, es muy recomendable introducir un dedo (con llegar a la mitad del índice suele ser suficiente), un pequeño vibrador potente o dejar puesta una o un par de bolas chinas, mientras su boca juega con nuestro punto externo más preciado. También, es la mejor forma de conocer la eyaculación femenina, e incluso el squirting… si a vuestra pareja no le importa.
#3 Cunnilingus por libación


Masturbación femenina: cómo hacer un dedo
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Si somos de esas mujeres que consideramos que nuestro sexo es estándar en términos de sensibilidad (ni muy sensible, ni indolente), el mejor cunnilingus empezará por suaves estímulos en los labios para pasar a humedecer el clítoris, aumentando de forma progresiva la presión y velocidad de la lengua. En cualquiera de los casos, la variación en el sentido de los giros de la misma traerá diversión a la cama. Y es que el simple hecho de cambiar un movimiento vertical por otro horizontal, puede incrementar la excitación exponencialmente.
#4 Cunnilingus a lo vaquera


Más que bolas chinas…
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Si no te identificas claramente con ninguna de las sensibilidades descritas, lo mejor es hacer ‘la vaquera’. Esto es, tu pareja se tumba bocarriba y le ofreces tu sexo directamente sobre su boca. De este modo, controlarás o guiarás –según se mire– la intensidad del cunnilingus en todo momento. Además, tu amante podrá acompañar fácilmente tu excitación: sus manos están perfectamente dispuestas para agarrarte las nalgas o… jugar con sus dedos donde te apetezca.
#5 Cunnilingus total


Porno anal o cómo disfrutar del sexo anal profesional en pareja
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Para parejas que se conocen de pe a pa y saben sobre la presión, el ritmo y las variaciones que tienen que introducir en el momento adecuado. ¿Habéis probado a compaginar la estimulación anal con el cunnilingus? Evidentemente, en el caso que vuestra pareja sea un hombre, la penetración con el miembro viril es de todo modo imposible (salvo que haya un tercero, claro). Lo primero sería asegurarnos de que poseemos un lubricante o hidrante personal para que nada se interponga en el camino a uno de los placeres más sublimes. Una vez que estamos suficientemente excitadas, el sexo anal puede acompañarnos –durante el viaje oral– ¡hasta el orgasmo! ¿Cómo? Pues depende de vosotras: podéis elegir los dedos de vuestros amantes, tapones o estilosos y muy útiles masajeadores anales.
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SENSACIONES
Posted:Aug 15, 2016 5:05 am
Last Updated:Dec 5, 2016 2:37 pm
3725 Views

No recuerdo cual fue la última vez en que decidí auto complacerme, pero ya hacía años. Ya en mi época de casada y luego con la llegada al mundo de mis hijos, perdí por completo esa conducta tan íntima y personal.

Con las responsabilidades tanto profesionales como familiares, acompañado de las relaciones sexuales de dos casados enamorados, me hicieron abandonar este tipo de prácticas.

Ahora, pasado un tiempo largo, parece ser que mis circunstancias han cambiado y de nuevo ha vuelto a rondar por mi cabeza, no sé por qué ni como, la autosatisfacción.

Me llamo Mónica y soy delgada aunque con algunas curvas y bastante alta. Tengo el pelo largo, a la altura un poco más que los hombros y castaño. Voy a cumplir 48 años a finales de mayo y llevo desde los 29 casada con David, mi marido, con el que tuve un hijo y dos hijas.

Yo he trabajado siempre en salones de belleza, lo que se conoce como estaticen, y mi marido es comercial de una empresa alimenticia, además de que desde 2004 había creado una inmobiliaria con otros socios. Por mi parte, en los años de dificultad económica me despidieron del centro de belleza en el que llevaba trabajando unos cuantos años, pero la verdad es que no nos afectó en gran medida porque a mi marido le ascendieron en la empresa alimenticia y en la inmobiliaria ganó bastante dinero antes de la burbuja inmobiliaria. Ahora creo que venden mayormente viviendas que tienen los bancos.

Yo por mi parte, al no hacernos falta dinero, mi labor ha sido la de ama de casa. La verdad es que mi marido trabaja mucho, tanto que parece que con el tiempo dedica cada vez menos tiempo a su familia, y en lo que respecta al sexo, la verdad es que ha bajado la frecuencia con con respecto a los primeros años. Antes incluso había semanas que lo hacíamos todos los días, luego pasamos a hacerlo un par de veces a la semana que terminaron por ser los fines de semana. Ahora, en los últimos meses, solo algunos sábados y poco más.

El alega que el trabajo le consume y que cuando llega a casa ya no tiene ganas de hacer nada y la verdad es que tiene razón, siempre está con el trabajo para arriba, trabajo para abajo, que si suena el móvil cada dos por tres etc. Yo se lo agradezco enormemente pero de esta forma no disfruta de la familia.

Yo no es que sea una viciosa del sexo, pero de vez en cuando pues si he tenido necesidades sexuales y he disfrutado bastante con ello. Quizá ahora esa necesidad que David no me la cubría, la necesitaba satisfacer por mis propios medios. Además, pienso que como siga la cosa así, terminaremos sin tener vida sexual.

Recuerdo un miércoles que regresé de comprar del supermercado y decidí ducharme antes de hacer la cena. Ese día llevaba unas bragas tan ajustadas que al roce con mi zona íntima, hizo que mi excitación por la tarde fuese más alto de lo normal. Recuerdo que llevaba más de dos semanas sin sexo por lo menos.

Me saqué el suéter y me bajé los vaqueros. En ese momento me percaté de la humedad que se había originado en mi entrepierna y se reflejaba en mis bragas con una manchita oscura sobre la tela rosa.

Realmente estaba excitada y si hubiese tenido a David cerca, le habría obligado a darme un buen repaso, pero no estaba, llegaría tarde como siempre y sin ganas de hacer nada. Terminé de quitarme la ropa interior y me metí en la ducha. Me fijé en mis labios vaginales y estaban colorados, hinchados y muy sensibles al más mínimo roce. Mi vello púbico también parecía humedecido. Siempre lo he solido llevar recortado.

Primero me hice un moño en el pelo y luego entré. Cuando el agua empezó a caer por mi cuerpo, éste se estremeció por su frialdad y di un salto sobre el plato de ducha. Pero ni el agua fría pudo con la calentura de mi cuerpo. Intenté en todo momento evitar tocarme porque no era el momento. Mis hijas llegarían pronto y yo todavía tenía que hacer la cena.

Comencé a mojar todo mi cuerpo desnudo cuando el agua comenzó a llegar más templada y a continuación me enjaboné con una esponja. Los pezones de mis pechos no podían estar más puntiagudos y cuando la esponja los rozaba la sensación era indescriptible. Todavía era mayor mi placer cuando la adentraba en mi entrepierna y raspaba mi clítoris. Creo que estaba llegando a un punto de no retorno y pese a mi postura inicial, iba a caer pronto en la tentación.

Con toda la mampara ya empañada del vaho del agua caliente, dirigí con más insistencia la alcachofa de la ducha hacia mi entrepierna. Como me gustaba el impacto del agua caliente chocando sobre mi coño, tanto que ya imaginaba mis dedos jugando con ella.

Aproveché la mano libre que tenía, después de haberme enjabonado con la esponja, para trazar varias caricias alrededor de mi pecho y poco a poco, centrarme en mis tetas. Uso una 95 de talla de sujetador y la verdad es que estoy orgullosa de ellas y a mi marido le gustaban mucho, sobretodo cuando todavía nuestra vida sexual era intensa. Acerqué mis dedos pulgar e índice a uno de mis pezones y ufff… no podían estar más duros. Comencé a estrujármelo y a juguetear con el derecho, al tiempo que cerraba los ojos y unos leves jadeos aparecían por mi boca entreabierta. Manoseé mi otro pezón y también estaba muy duro y sensible.

Sin darme cuenta ya me había duchado, así que cerré el grifo y coloqué la alcachofa sobre su soporte, no porque no quisiese seguir jugando, sino porque quería tener las dos manos libres. Quería tocarme los pechos a la vez, como antes me los tocaba mi marido y luego me los chupaba con mucha dulzura. En otras ocasiones hubiera abandonado la ducha y me hubiera puesto a hacer la cena, pero en aquella situación, no pensaba salir sin desfogarme.

Apoyé mi espalda sobre la pared y capturé con las manos bien abiertas mis tetas. Las seguí acariciando con mucha lujuria, al mismo tiempo que mis jadeos se acrecentaban y el deseo me poseía completamente. Los apretaba y los estrujaba cada vez más fuerte como si con ello consiguiera aumentar mi excitación. Y en realidad lo conseguía. Estaba tan caliente que hasta empezaba a sudar.

Ya no podía más. Desplacé mi mano hacia abajo y pronto me encontré con mi vello púbico y los labios bien mojados. Ahora con una sola mano apretaba mis senos y con la otra, acariciaba mis caderas.

Me dejé caer hasta que me senté en el suelo de la ducha y abrí mis piernas lo máximo posible, apoyando mis pies sobre los dos extremos diagonales debido a su escasa dimensión del plato.

Mmmm, como excitaba verme espatarrada y sedienta de sexo. Incliné mi cabeza hacia atrás, de tal manera que mi cabeza quedó apoyada en la pared a través de moño. Proseguí desplegando las yemas de los dedos sobre mi zona boscosa y a ejercer una leve presión acompañada de movimientos circulares. Por momentos estaba alcanzando una fogosidad como hacía tiempo que no había sobrepasado.

El clítoris también me pedía una atención especial. Lo tenía muy caliente y desarrollado, tanto que en apenas unas caricias mi cuerpo comenzó a temblar de gusto. Jugueteé con él de la misma forma que lo había hecho con cada uno de mis pezones, lo apretaba, lo doblaba, lo estrujaba y todo lo que hiciera falta para sentirme como una reina fogosa. En ese momento ya mi coño solo me suplicaba ser penetrada cuanto antes.

Adentré con mi dedo índice los labios mayores y muy deprisa también los menores, para inmediatamente colarse en mi agujero, bastante dilatado ya a esas alturas. El dedo corazón también se unió la fiesta y entró con gran facilidad. Tras los iniciales movimientos de mete y saca, comenzaron a venirme las primeras convulsiones y los jadeos se acrecentaban aunque intentaba controlarme.

Tampoco perdía ocasión de aprovechar acariciar entre mis paredes vaginales, entre fuertes movimientos de penetración.

Mi descontrol se hizo patente cuando los gritos ya se escapaban de mi boca sin apenas poder hacer nada por evitarlos, mientras que mi mano aceleraba el ritmo de tal manera que mis dedos se mojaban cada vez más con mis flujos vaginales y las convulsiones hacían ahogarme en mi propio placer.

De pronto uffff… Me vino una explosión en el cuerpo difícilmente describible. Un todo asfixió mi ser. Ya no recordaba lo que representaba ese todo. Por fin había llegado al clímax, con todo mi cuerpo temblando como si me estuvieran electrocutando.

Disminuí los movimientos de mis dedos como si se me estuvieran agotando las pilas y finalmente me detuve. Ya casi sin fuerzas me vi allí en la ducha, toda espatarrada, sudada y mojada por mis flujos.

Quise volver a ducharme, pero apenas podía flexionar las rodillas. El orgasmo me había dejado de piedra.
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EL IMPERIO DE LOS SENTIDOS
Posted:Aug 12, 2016 1:08 pm
Last Updated:Apr 29, 2024 1:1 am
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Si pensabas que habían terminado los juegos sexuales entre Miguel y Carolina, te equivocaste. Continuación de El imperio de los sentidos: mirar y no tocar, en este apasionante relato erótico de Mimmi Kass el sexo se experimenta al oír sonidos y cuando se presta atención con el oído, escuchando los aromas para entender la esencia del almizcle.
Relatos eróticos
El imperio de los sentidos (I: oler sonidos, escuchar aromas – Relatos eróticos

Carolina protestó con un gemido cuando Miguel interrumpió la dulce caída en el orgasmo a la que sus manos la estaban llevando, pero él se mostró implacable.
—Has roto las reglas —repitió susurrando junto a su cuello—. ¿Sabes lo que va a pasar ahora?
Su aliento cálido generó una corriente de placer que descendió hasta sus pechos desnudos, y después hasta su sexo. Se humedeció los labios y negó con la cabeza.
—Ven conmigo.
Carolina caminó incómoda por el clímax frustrado hacia donde Miguel la dirigía. Tenía los brazos unidos tras la espalda, y él la retenía con firmeza. No le quedaba mucho margen de movimiento. Juntos se acercaron hasta el rincón amueblado con dos grandes sofás granates de capitoné. Tres parejas compartían piel, fluidos y caricias ardientes, pero se detuvieron a observarlos durante unos segundos con sonrisas lascivas y lánguidas, que invitaban a sumarse al frenesí, pero al ver que solo miraban, dejaron de prestarles atención.
Una de las mujeres, recostada en el sofá, acogía entre sus muslos abiertos la devoción de otra en un delicado cunnilingus, mientas acariciaba los pectorales de un hombre que a su vez penetraba con lentitud desesperante a su compañera. Otra pareja se masturbaba mutuamente, acunándose entre besos y confidencias, en un ritmo pausado. Pero Carolina detuvo la mirada en un enorme ejemplar masculino, tatuado y perforado de la cabeza a los pies. Lo devoró con la mirada extasiada y curiosa de una niña descubriendo un prodigio: la tinta dibujaba su cuerpo musculado, dejando libres tan solo las manos, el cuello y el rostro. El acero perforaba sus pezones, el glande. La piel que contenía sus pesados testículos estaba decorada con una hilera de anillas brillantes. Miguel tensó el agarre sobre sus brazos y Carolina se envaró.
—¿Ves bien lo que ocurre? ¿Quieres tocar?
—Sí —respondió Carolina con un susurro casi agónico.
—No. Tu castigo será doble, no podrás ver ni tocar.
Sacó del bolsillo de su americana las cintas negras de seda que los acompañaban allá donde fueran, y colocó una de ellas sobre sus ojos ciñéndola con firmeza. Carolina jadeó cuando Miguel la mantuvo de pie, tan cerca de los sofás que podía percibir el olor almizclado y punzante de los sexos a su alrededor, mezclado con perfume caro y otros aromas misteriosos. Cuero, lubricante, fluidos, piel masculina, sexo femenino… inspiró con calma, y la mezcla se le subió a la cabeza como un vino joven, embriagándola hasta sentir que sus percepciones se magnificaban.
—Vamos a acercarnos más —susurró Miguel. Carolina notó con claridad en el tono de su voz que estaba excitado. El matiz era ronco y grave, las palabras arrastradas y oscuras.
Se dejó acomodar en uno de los sofás, y extendió la mano para asegurar que él estaba allí. No se había sentado junto a ella, pero Miguel la sujetó por las muñecas y deslizó otra de las cintas de raso entre sus manos. Saberse inmovilizada aumentó la excitación y el temor, y exhaló una queja débil, pero Miguel no se detuvo.
—Me voy a asegurar de que cumplas las reglas. No mirar… y tampoco tocar.
En unos pocos minutos la tuvo a su merced en el sofá. Los brazos extendidos hacia arriba y hacia atrás, rodeando el respaldo, y los muslos abiertos al tener los tobillos atados en las patas del sofá. Una postura que la dejaba inmovilizada, y totalmente expuesta.
Sin posibilidad de ver nada e inmovilizada, el resto de sus sentidos se agudizó. Pronto comenzó a distinguir gemidos, risas cómplices, los chapoteos de una boca que se intuía experta sobre una vulva que adivinaba hinchada y suave. Carolina movió la lengua para deshacerse de la ilusión de que era ella quien la saboreaba. La pareja que follaba lo hacía muy duro; escuchaba los golpes secos de las pelvis que chocaban, titánicas, dejando una estela mate de colores transpirados. La lencería se desgarraba en derredor, arrastrada por la pasión colectiva. Las yemas de sus dedos retenidos comenzaban a arder, ansiando tocar esos cuerpos, y su lengua mojó sus labios en una preparación involuntaria para lamerlos y saborearlos.
Se revolvió contra sus ataduras, y Miguel emitió una risa lenta. Se había desplazado tras el sofá y contemplaba la agonía de Carolina desde arriba sin perder detalle.
—¡Tócame! —rogó turbada y descolocada por lo que percibía, y las sensaciones con las que respondía su propio cuerpo.
—Aún no, Carolina. ¿Escuchas algo nuevo?
Ella aguzó el oído, esforzándose por escuchar. Al principio, no lo identificó desorientada por el maremágnum de jadeos, gemidos, risas y suspiros. Pero, de pronto, un sonido extraño y fuera de lugar la dejó desconcertada. Eran… ¿Campanillas? El repiqueteo rítmico, que acababa siempre en un golpe seco y duro, cambiaba de velocidad cada cierto tiempo y se acompañaba de la réplica de un jadeo o gemido femenino. Intentó dibujar en su mente lo que estaba oyendo, pero no pudo. ¿Qué era aquel sonido?
—Lo escucho —respondió por fin—, pero no sé qué es.
Miguel dejó escapar una sonrisa que hizo retumbar su pecho, y se inclinó sobre Carolina hasta que sus labios rozaron el lóbulo de su oreja.
—El hombre tatuado, el que tanto mirabas antes, está a tu lado muy, muy cerca. Tiene el cuerpo cubierto de piercings —susurró con un tono de voz ominoso—. Los testículos también, desde la base del pene, hasta el ano —Se detuvo. Carolina, desconcertada, dejó escapar un gemido para pedirle que prosiguiera. Miguel continuó con una sonrisa perversa dibujada en su tono de voz. Se estaba divirtiendo—. Cada vez que penetra a su compañera, los testículos golpean su sexo y le generan aún más placer. ¿Escuchas sus aullidos? ¿Sientes como se ahoga y se retuerce?
Carolina exhaló un gemido nervioso. Ahora podía ver en su mente la imagen con claridad.
—¿Te gustaría tocarlo y saber qué se siente? ¿Tal vez comprobar la textura de la piel perforada y tatuada?
Carolina sintió que su sexo y su boca se licuaban como lava ardiente. Fingió calmarse y asintió despacio.
—Sí —replicó convencida. Una curiosidad infinita por tocar al hombre que tan solo había atisbado al cambiar de escenario la inundó—. Sí, ¡quiero tocarlo! —jadeó, incapaz de controlar la ansiedad.
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con mi amiga
Posted:Jun 11, 2016 6:15 am
Last Updated:Nov 6, 2016 10:49 am
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Una tarde, estando sola en mi habitación, empecé a acariciar mis pechos, a pellizcar mis pezones por encima del ligero blusón que llevaba puesto y cada vez más excitada, bajé hasta mi rajita.

Estaba ya muy caliente y húmeda cuando ella, mi mejor amiga, entró. Al sorprenderme en tal situación, me sentí avergonzada pero no dije nada. Ella sólo sonrió y me pidió que continuara, que no me preocupase porque también lo hacía muchas veces.

Que ella me estuviese observando me excitó aún más, así que seguí acariciándome suavemente por encima de la braguita, con los ojos cerrados. Entonces me sugirió que me quitase la poca ropa que llevaba puesta y, sorprendida, la miré y vi que tenía la mano por debajo de su mini y también se frotaba. Yo me negué y le pregunté qué se proponía. Se acercó a mí y me susurró cálidamente al oído que se me veía muy linda. Me besó los labios, tocó mis tetas, luego el sexo y yo suspiré de placer.

En un momento reaccioné, ella era como una hermana y le pedí que parasemos. Pero continuó desnudándome toda. El coñito lo tenía hinchado y mojado como nunca, la calentura me estaba haciendo perder el control.

Nos tendimos en la cama y comenzó a acariciarme los senos, a jugar con ellos. Siguió bajando hasta mi sexo y separó los labios de mi vagina para besar mi sexo. Comencé a suspirar... su lengua inquieta no paró hasta que descubrió mi clítoris que lamió, succionó y con ternura lo contuvo entre los dientes. Le tomé la cabeza con las manos apretándola contra mi vulva. Gemí cuando el orgasmo se desencadenó convulsionándome. Entonces subió por mi vientre lentamente y de nuevo me besó apasionadamente la boca.

En justa correspondencia, su sexo respondió rápido a las caricias y lo apretó contra mi mano. Cuando hube ubicado su clítoris, lo estimulé rápido, de arriba hacia abajo. Me detuve para penetrarla con dos dedos que se deslizaron con facilidad en su interior. Los roté dentro y comencé un mete y saca sensual. Gemía y ver su cara hizo que me sintiera de nuevo excitada. Acercamos nuestras vulvas, podíamos sentir el calor y los perfúmenes que emanaban. Una corriente eléctrica nos recorrió el cuerpo cuando nuestras vaginas se besaron. Comenzamos a movernos con rapidez, chocando clítoris con clítoris, transmitiéndonos intensas sensaciones. Ambas tuvimos el mismo orgasmo, al mismo tiempo mientras los jugos de una y otra se mezclaron en coctel de placer.
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mi primera vez con dos pollas
Posted:Jun 11, 2016 6:12 am
Last Updated:Aug 15, 2016 5:09 am
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Cuando me acerqué a la tienda en la que había quedado, pude ver un chaval bastante jovencito fumando fuera. Hacía escasos minutos que me había puesto en contacto con ellos a través de una web de cruising. En principio, yo iba a comerme una sola polla, pero cuando el de la tienda me dijo "Oye... ¿Te importa que venga un amigo y nos la comes a los dos?", me puse a 100. No tengo mucha experiencia, pero lo de comerme dos pollas diferentes me excitaba mucho.

Un rápido cruce de miradas me hizo saber que él era el otro. Comprobé que dentro de la tienda había un cliente y entendí por qué esperaba fuera. Yo entré y me esperé mi turno. Cuando el dependiente, un hombre maduro de unos 45 años, con un poco de tripa y barba me preguntó que quería, con una cara de sospechar quién era yo, le contesté algo nervioso que era "el de la web".

Entendió y se asomó a la puerta de la tienda. "Pasa", le dijo al de fuera.

Entró y esperamos a que el de la tienda cerrara la puerta y pusiera el cartel de "cerrado". Nos pidió que bajáramos con él a una especie de sótano antiguo. El sitio era bastante sórdido, muy húmedo y oscuro, lleno de trasto y polvo. Me excité mucho, no sé, el morbo de estar en un sitio así, sabiendo que me iba a comer dos pollas.

No dije nada, me puse de rodillas y se acercaron los dos. Ellos se pusieron a besarse mientras yo desabrochaba un pantalón y luego el otro. Ante mí, dos hermosas pollas, una más gorda, la otra más larga.

Tomé ambas con mis manos y las puses frente a mi, disfrutando del momento. Las dos estaban ya "morcillonas", así que las junté y jugué con la lengua, recorriendo sus capullos, lamiendo, haciendo círculos en su punta. Tuve el placer de sentir cómo las dos se ponían duras frente a mí.

Llegó el momento de comérmelas bien comidas, arriba los dos seguían besándose así que elegí la del tendero, que tenía en mi mano derecha y decidí darle un buen gustazo para empezar. Me la metí entera, hasta los huevos, dentro de la boca, con mi nariz chocando su vientre, notándola en el fondo de mi garganta, aguantando una naúsea mientras movía la lengua. Repetí ese movimiento varias veces, sacándola entera para volver a metérmela en la boca hasta el fondo. Escuchaba los gemidos del tendero y, mientras, para no dejar que el chico se enfriara, le hacía una paja con la mano al compás de mi cabeza.

Decidí cambiar y dije "Ahora te toca a ti un poquito". Agarré la polla del tendero con la mano y solté la del chico e hice lo mismo con ella, hasta el fondo de mi garganta, moviendo la lengua.

Seguí mamando alternativamente. Cuando no mamaba, pajeaba. Estuve así unos minutos hasta que miré hacia arriba y ví que los dos me miraban. Me saqué la polla de la boca y les miré con la mayor cara de zorra que sé poner y les dije "Quiero la leche de los dos... ¿Me la váis a dar?". Los dos me dijeron que sí, que me la iban a dar toda. Mientras, yo me pasaba sus pollas por la cara, mientras les pajeaba, saqué la lengua y junté la dos pollas con las manos. Intenté meterme las dos a la vez en la boca, abriéndola todo lo que podía. Apenas me entraban en la boca, pero apreté hasta lograr tener bastante dentro.

Volví a mamar de uno en uno. Noté que el chico empezaba a gemir más mientras me decía "Si sigues me corro..." Yo le dije "Hazlo, por favor, no te aguantes, dame tu leche". Saqué mi lengua todo lo que pude y comencé a pajearle más rápido, con su polla apoyada en mi lengua. El tendero decía "Joder..." mientras nos veía y se masturbaba.

Miré a los ojos al chico, mientras mis gemidos se mezclaban con lo suyos. Noté el primer chorro de semen en mi lengua, salado y, entonces, volví a meterme la polla bien dentro, hasta el fondo y ahí la dejé, notando sus chorros de semen bien adentro. Me lo tragué todo gustoso mientras el chico tenía espasmos de placer. Me saqué su polla de la boca y me la volví a meter, absorviendo bien para sacarle hasta la última gota de sus semen.

Entonces, el tendero, que debía estar apunto, me hizo girarme, con su polla en la mano. Yo iba a hacer lo mismo pero no me dejó. Agarrándome de la cabeza por ambas mejillas, me metió su polla de golpe en la boca, hasta el fondo y empezó a descargar entre gemidos, mientras me follaba la boca con fuerza. Nuevamente noté semen en mi boca y volví a tragar gustoso toda su corrida, que fue bastante.

Terminó de correrse y, claro, yo estaba a cien. Yo me iba a hacer una paja ahí mismo, pero el tendero me dijo "Ponte a cuatro patas". Yo no sabía qué iba a hacer, le había dicho que yo sólo chupaba, pero excitado como estaba, le hice caso. El tío se puso detrás mío y me escupió al culo. Se acababa de correr, así que no sabía qué iba a hacer. De repente, noté un dedo jugando en mi ano. Dios, qué gusto... Me metió el dedo hasta el fondo y allí empezó a jugar, moviéndolo dentro de mi culo. Me puse a pajearme cuando el chico se tumbó delante mío, levantó las piernas y me ofreció todo su ojete. "Lámemem el culo, mete la lengua bien dentro" me dijo... Aquello era nuevo para mí. El olor a culo, los pelos... extrañamente, me excitaba, así que saqué la lengua y me puse a comerle el culo como un loco, haciendo fuerza para meter la lengua lo más adentro que podía. Mientras, él se masturbaba y ya se había vuelto a poner erecto.

El dedo en mi ano, el culo en mi boca... Fué demasiado y me corrí vivo, echándolo todo en el suelo, entre gemidos. El chico comenzó a masturbarse más rápido y llegó un momento que apartó mi boca de su culo y dirigió su polla a mis labios. Entendí lo que quería así que se la mamé con ganas, recibiendo su segunda corrida en la boca.

Nos vestimos y nos despedimos. Intercambiamos teléfonos para quedar otro día. Pero eso... Otro día.
5 Comments
soy standar
Posted:Apr 23, 2016 6:04 am
Last Updated:Aug 12, 2016 1:08 pm
4789 Views

hola como soy nueva y de perfil no pago no puedo ver fotos ni videos


y me encantaría tener un real con un chico dotado que me haga un oral divino y luego me penetre de forma salvaje y loca .

y si conociera una chica me encantaría sentir como me hace el amor un angel diabólico .

tengo muchas fantasías

quien se anima ???

el ciber sexo es muy aburrido !!!!

besitos mis amores
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