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CAMBIO DE RUMBO: LAURA  

yuca33 58M
8 posts
9/2/2011 4:15 am
CAMBIO DE RUMBO: LAURA


Hoy voy a cambiar el contenido del blog. Aunque de vez en cuando ponga algún chistecillo, cosa que creo que anima un poquillo, ¿o no?.
Voy a empezar a contar alguna que otra vivencia personal, y para esto voy a empezar por la ocurrida con Laura.

Aquella noche viajaba en el metro. Eran sobre las doce de la noche y no había mucha gente, cuatro o cinco personas en el vagón.
Me había dejado la cazadora con la cartera y el móvil en el coche, el cual estaba en ese momento en la grúa que vino a recogerlo porque me había dejado tirado.
Estaba pensando en eso, sentado, cuando miré frente a mí. Allí sentada, se encontraba una chica, de unos treinta años más o menos, y la verdad era que estaba muy buena, pero llevaba un pedo tremendo. Me miraba y me tiraba besos y se reía. Yo estaba un poco cortado, la gente (los pocos que iban en el vagón eran todo tíos) me miraba a mí en lugar de mirarla a ella. La verdad, esas miradas eran las que me cortaban, porque no sabía que era lo que pensaban, y quieras que no, la situación para mí era bastante incómoda: ella seguía tirándome besos y los tíos de alrededor mirándome con aquellas miradas reprochadoras, como si yo fuera el causante de todo. Y encima yo no estaba de humor.
Ella me empezó a decir que se quería venir conmigo, que quería que la follara. Aquello despertó más la curiosidad del personal, que me miraba de una manera cada vez más incómoda.
En la primera parada, bajé del vagón, y como no, aquella chica rubia, bajo detrás mío. Todavía estaba lejos de mi casa, y me senté a esperar el siguiente tren. Ella se sentó a mi lado, como es de suponer, y me empezó a tocar por encima de mis pantalones, y a darme besos en el cuello y en la oreja.
Pasó el siguiente tren, y yo estaba allí, inmóvil, sin decidirme a subir, o continuar allí. En una situación normal, no hubiera dudado y me habría ido con ella, pero estaba tan borracha que incluso me daba miedo. Era una sensación un poco rara, por un lado me daba pena, por otro lado me daba un poco, no sé, como de asco, tan pesada, tan babosa, no sé, era una sensación, como digo, rara. Y encima, como digo, no estaba de mucho humor.
Llegó un tren en la dirección contraria a la que estábamos sentados, y al marcharse, enseguida reconocí allí parado, mirando fijamente, a uno de los tíos que viajaba en nuestro vagón. Desde el andén de en frente se reía y me dijo: “Oye, si no la quieres para ti, pásamela a mí.”
En ese momento, me decidí, la cogí de la mano y salimos del metro. Una vez fuera, la llevé a un bar que ví abierto, y pedí un café bien cargado. La chica seguía a lo suyo, intentándome tocar, y besándome. Por fin la pusieron el café, y aunque no lo quería, la convencí para que se lo bebiera. Luego salimos del bar y fuimos andando por la calle, hasta que vimos un parquecito, donde había un banco en el que pudimos sentarnos. Allí estuvimos hablando y hablando hasta que se le fue pasando la borrachera. Me dio las gracias por todo, y me agradeció que no me aprovechara de ella. Miré la hora: las tres de la mañana: ya estaría cerrado el metro, y tendría que ir a casa andando.
Durante nuestra charla, yo la había contado mi situación, y ella me había dicho que aquella noche había estado con unas amigas, y que se debía haber pasado con el alcohol, porque no recordaba absolutamente nada.
Afortunadamente, ella sí que llevaba dinero encima y cogimos un taxi, me dijo que si la acompañaba hasta su casa, y nos fuimos.
Al llegar, subimos a su casa y me preguntó si quería tomar algo. Sacó una botella de whisky y Coca-cola y bebimos un solo sorbo. En un momento, nos habíamos desnudado y… sólo puedo decir que no dormimos en toda la noche.

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